El jueves a las 7:10 de la mañana, mi hermano Luis y yo cogíamos el avión en Madrid-Barajas para volar hasta Frankfurt, donde a las 9:45 recogíamos nuestro coche de alquiler con un destino especial y que nosotros hasta entonces, y después de tantos años yendo a Nürburg, nunca habíamos visitado. El castillo de Eltz. Lo mejor de todo es que yo siempre recomiendo visitar este castillo a la gente que me pregunta por lugares chulos que se pueden visitar por la zona, pero mi única fuente eran las fotos y las buenas críticas que yo veía en Internet.
El castillo de Eltz es un castillo medieval majestuoso que se encuentra en la localidad de Wierschem (Renania-Palatinado), y está a tan solo 1 hora y 45 minutos de Frankfurt en dirección hacia Nürburg, por lo que merece la pena desviarse un poco de la ruta más rápida para ir a visitarlo
El lugar tiene mucha magia, porque cuando llegas al aparcamiento exterior, lo único que se ve es un bosque con una gran densidad de árboles, todos muy altos, que te impiden ver el horizonte del valle. A la entrada del parking hay un lugareño de avanzada edad encargado de vender los tickets, cuyo precio es de 14 € por persona, e incluye el estacionamiento y una visita guiada al castillo, por la que sin duda merece la pena pagar.
Para llegar hasta el castillo existen 2 rutas alternativas: la más corta y la más aventurera. La más corta, que se puede hacer andando o en autobús, transcurre por una carretera de unos 800 m de distancia, y es recomendable para quienes no les guste mucho caminar o lleven un carrito de bebé. La más aventurera pasa por un camino un poco más largo, de 1.3 km y de muy baja dificultad, que fue el que tomamos nosotros.
Lo que más me gusto de ir por este camino es que durante esta ruta a través del valle, tan solo se veían árboles y se podía escuchar levemente el sonido del agua corriendo por uno de los arroyos que hay en la zona más baja, pero ni rastro del castillo. Hasta que de repente, tras girar en la última curva a izquierdas que hay en el camino, se abre una vista panorámica y aparece el castillo perfectamente encuadrado en mitad del horizonte... WOW, la imagen es espectacular!
Después de una buena sesión de fotos ya sentíamos la necesidad de entrar para verlo por dentro, así que nos pusimos en la fila de la siguiente visita guiada que se hacía en inglés (de alemán no entendemos ni papa) y en cuestión de 15 minutos entramos con un grupo de unas 20 personas para verlo por dentro y empaparnos de su historia, que es bastante interesante. La verdad es que nos gustó mucho, y no daré más detalles para que quien esté leyendo este reportaje tenga la oportunidad de descubrirlo por sí mismo.
Tras la visita al castillo nos fuimos a comer a Mayen, que es una ciudad que está a media hora del castillo. Esta ciudad, aunque pequeña, tiene mucha historia por haber sido un importante centro económico desde el siglo III hasta la edad media. Merece la pena darse una vuelta por sus calles, repletas de comercios, y tomarse un café en una de las muchas terrazas que hay en la plaza del mercado.
Y por la tarde pusimos finalmente rumbo a Nürburg, que está muy cerca de Mayen, a tan solo 26 km, que en coche por carretera de montaña supone no más de 30 minutos. Nuestro hotel estaba muy cerca de Adenau, así que paramos por allí a cenar. Lo que más me gusta de los pueblos de los alrededores de Nürburg es que puedes aparcar justo al lado de un flamante Porsche 992 GT3 RS (como así fue), que por supuesto duerme en la calle, y cuyo dueño no tendrá que preocuparse lo más mínimo de que al coche le pase nada. Allí hay una norma no escrita por la que los coches, por muy exclusivos que sean, se respetan como si fuesen objetos sagrados.
El viernes por la mañana amanecía totalmente soleado, así que después de un buen desayuno, nos fuimos de espectadores a la curva de Brünnchen para disfrutar del espectacular nivel de artefactos que estaban rodando en pista, en un trackday exclusivo organizado por Manthey Racing. No sé cuántas unidades de Porsche 992 GT3 RS se han matriculado en toda Europa, pero apuesto a que un gran porcentaje de ellos estaban dentro del circuito esa misma mañana. Impresionante la cantidad de ellos que había en pista, por no hablar de los GT3 “normales”, los Mercedes AMG GTR o los BMW M2 (casi todos F87, me suena ver rodando tan solo una unidad del nuevo G87), M3 y M4.
La curva de Brünnchen se ha convertido ya en nuestro punto de encuentro inicial habitual, así que aprovechamos que hay un aparcamiento grande y bastante cómodo para reunirnos con todos los integrantes del grupo que se habían apuntado a esta nueva edición del viaje.
Tras presentarnos y charlar un rato mientras disfrutábamos del espectáculo al otro lado de la barrera, se acercaba la hora de entrar en pista y convertirnos en los protagonistas, así que nos fuimos a comer a Paddock para coger energía antes de pasar a la acción.
A las 15:00 daba comienzo el briefing, el que para mí es el momento clave, pues en él se condensa toda la información fundamental y precisa sobre las normas que rigen dentro de la pista, lo que permite que todos los participantes puedan disfrutar al máximo del circuito sin correr riesgos innecesarios. Y una vez finalizado el briefing, llegaba el momento de enfundarse los cascos para que los participantes se pongan al volante y dar su primera vuelta. En esta ocasión contábamos con varias unidades de Renault Clio RS Trophy 220 CV, VW Golf R 316 CV y Golf Revo 400 CV.
Y como siempre, hago mención a este otro gran momento en el que ya estamos todos delante de los coches, a tan solo 200 m de la entrada del circuito, y cuando mi hermano y yo preguntamos por los primeros valientes para entrar en pista, durante unos segundos solo se escucha un gran silencio que provoca risas nerviosas y a continuación empiezan a salir los primeros voluntarios. Enseguida se produce un efecto contagioso y al final todos quieren subirse a los coches con ganas de darlo todo.
El viernes la pista solo abría de 17:00 a 19:15 y aunque el cielo estaba bastante nublado, parecía que la lluvia nos iba a respetar. No obstante, decidimos no arriesgar y cambiar los semi slick Pilot Sport Cup 2 por neumáticos de calle Pilot Sport 4, lo que fue un gran acierto, porque a las 18:00 empezó a llover con intensidad y las últimas vueltas de la tarde las hicimos con agua en pista, por lo que pudimos rodar sin ningún problema. Para quienes entran por primera vez al Ring, hacerlo en estas condiciones impone bastante respeto, pero basta con aplicar un estilo de conducción menos agresivo, anticipar un poco las frenadas y disfrutar de esta experiencia única.
Este año como novedad, en lugar de los Megane RS Trophy RSR Edition de 330 CV, hemos empezado a rodar con los Golf Revo de 400 CV y tracción 4, y su comportamiento nos ha fascinado. Aunque su motor no suena tan fino como el de un Type R, al que echamos mucho de menos, el empuje es bestial ya desde la zona baja del cuentavueltas, y en las zonas rápidas del circuito no es difícil seguir a los todo poderosos BMW M.
Pero lo mejor viene cuando tras pasar a más de 240 km/h por la zona rápida de Schwedenkreuz tienes que parar el coche para entrar en Aremberg… su capacidad de frenado es colosal y transmite mucha seguridad si decides tirarte a fondo en otras zonas rápidas como la bajada de Fuchsröhre o el tramo que va desde Bergwerk hasta Klostertal.
La tracción 4 es una gozada, y más aún cuando llueve en pista, pues se puede empezar a abrir gas mucho antes y con mayor confianza sin llegar a perder ninguno de los ejes. Sin duda esta nueva incorporación ha sido todo un acierto.
Una vez cerrada la pista nos fuimos todos a cenar a Pistenklause, algo que también hemos convertido en una buena tradición, donde a quienes nos gusta la carne lo gozamos de lo lindo con sus rumpsteak y filetsteak argentinos que te puedes hacer a tu gusto en la piedra caliente que te traen a la mesa.
El sábado el circuito abría las 8:00, así que madrugamos para aprovechar esas primeras 2 horas en las que hay poco tráfico en pista y se rueda mucho mejor. Pero el día amanecía con una niebla densa que impedía la visibilidad en algunas zonas del trazado, por lo que tuvimos que esperar hasta las 9:30, momento en que levantó la niebla y se abrieron las barreras del circuito.
Este retraso de hora y media generó mucho tráfico desde el principio, lo que no es normal, y nos hizo presagiar que iba a ser un día con bastantes coches en pista. Y efectivamente así fue. Cuando esto ocurre, los cierres de pista son muy frecuentes, así que aprovechamos un par de ellos para acercarnos a la tienda oficial del circuito y hacer algunas compras, y a continuación irnos a comer a Paddock, desde donde se escuchan perfectamente los motores de los Porsche GT3 a 9.000 vueltas bajando por Hatzenbach, avisando de que la pista está de nuevo abierta y es momento de volver a subirse a los coches.
Después de comer volvimos a pista y continuamos rodando. En esta ocasión algunos participantes se bajaban del Clio Trophy para subirse a los Golf Revo, en los que además mi hermano y yo nos subimos con ellos a la derecha para ayudarles a sacar el máximo potencial del coche en pista, lo que sumado a que ya conocen un poco mejor el trazado les permite rodar a un ritmo realmente serio. Y es que cuando llevas a tu lado a un copiloto que conoce muy bien la pista y te ayuda a gestionar las zonas rápidas y las zonas complicadas, la confianza y el disfrute al volante se disparan de manera exponencial. Estas vueltas de instrucción junto con la vuelta rápida de copilotaje, es lo que nos comentan siempre los participantes que les aporta un enorme valor.
A las 19:15 cerraban la pista y nos íbamos a cenar a Pinocchio (Adenau), donde había muchísimo ambiente. Allí las pizzas son famosas por su gran tamaño y calidad, pero el año pasado probé el Jägerschnitzel por recomendación de uno de los integrantes del grupo y me encantó, por lo que ha pasado a ser mi plato favorito. Además el servicio es rápido y el precio muy bueno, por lo que es un imprescindible en la lista de sitios a los que ir cuando viajas a Nürburg.
El domingo amaneció sin niebla, por lo que a las 8:00 ya estábamos levantando la barrera para aprovechar esas 2 primeras horas en las que hay menos coches en pista para completar las vueltas que nos quedaban pendientes. Y el madrugón sin duda mereció la pena, pues a partir de las 11:00 el circuito ya se empezó a llenar de coches y volvieron los cierres por algún incidente que obligaba a parar la actividad para que los marshall pudiesen limpiar la pista.
Y una vez finalizadas todas las vueltas, quienes cogíamos el avión por la tarde tuvimos aún algo de tiempo para improvisar una comida en Zur Nürburg, a orillas del castillo, donde despedíamos un fin de semana por todo lo alto antes de poner rumbo al aeropuerto para coger el avión de vuelta a España. Esto es muy cómodo, pues después de estar todo el fin de semana subido en los coches, lo único que te apetece es relajarte en el avión, para en apenas 2 horas y cuarto aterrizar en Madrid y tumbarte en el sofá de casa como si no hubiese pasado nada.
¡Si te gustaría formar parte del próximo Imarti Nürburgring Experience, no te lo pienses más y ponte en contacto con nosotros a través de info@imartimotorsport.com o mediante llamada o Whatsapp en el 692 068 069!